
“Todas las personas del planeta dependen de la naturaleza para sobrevivir. Y si no nos convertimos todos en ‘sostenibilistas’ inmediatamente, la naturaleza entrará en un punto de no retorno que podría significar la extinción de la especie humana.”![]()
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Con estas palabras, la ministra brasileña del Medio Ambiente, Marina Silva, inauguró su participación en el Foro Social Mundial, que se realiza en Porto Alegre, capital del estado de Rio Grande do Sul. Marina participó en el panel Fortalecer la Tierra, Alimentar Brasil y reiteró que la cuestión ambiental es la base del desarrollo económico.
“No hay agricultura sin agua, no hay agua sin floresta. Y es por eso que el presidente Lula se comprometió con la deforestación cero hasta 2030. Es una tarea hercúlea. Porque la agricultura es importante para Brasil. Tenemos una parte importante de nuestra balanza comercial vinculada con el agronegocio. Ahora, separemos el trigo de la paja: el ‘negocio de los ogros’ y el agronegocio. Ese es el debate que quiere tener el gobierno.”
Marina señaló que un país con 8 millones de kilómetros cuadrados, como Brasil, tiene espacio para la diversificación de la economía, incluyendo a agricultores familiares, extractivistas, pueblos indígenas y también agronegocios de base sostenible. Según ella, algunos empresarios del sector buscan la certificación ambiental de sus productos y no quieren ser asociados con el crimen ambiental o la violencia en el campo y la destrucción del medio ambiente.
Paradoja
La ministra recordó la paradoja de que Brasil sea un gran exportador mundial de granos y alimentos mientras 33 millones de personas pasan hambre y 25 millones se encuentran en situación de inseguridad alimentaria en el país.
En su intervención, el presidente del Consejo de Seguridad Alimentaria y Nutricional Sostenible de Rio Grande do Sul, Juliano Sá, agregó que el mundo atraviesa actualmente tres crisis paradójicas y conexas. La crisis ambiental y climática, provocada por la destrucción del medio ambiente, y los problemas del hambre y la obesidad.
“La obesidad no se da porque la gente come demasiado, sino porque come mal. El sistema mata los valores y hábitos alimentarios de cada población y la gente acaba comiendo alimentos ultraprocesados en lugar de alimentos saludables. Comen mal por necesidad. Los más pobres no van a la feria agroecológica porque sus ingresos no les permiten.”
Para Juliano Sá, el hambre es un proyecto político, el cual combaten los movimientos sociales como los Trabajadores Rurales Sin Tierra, los Trabajadores Sin Techo, quilombolas, estudiantes y mujeres “que hicieron resistencia en los territorios en los últimos cuatro años”.
El Consejo entregó un documento a la ministro proponiendo que lugares como huertas y comedores comunitarios, que tuvieron un papel clave en el combate al hambre durante la pandemia, se transformen en Puntos de Soberanía Alimentaria y Nutricional, al igual que los Puntos de Cultura que recibieron apoyo del gobierno federal.
El Foro Social Mundial se extiende hasta el sábado (28), con debates, talleres, charlas y actividades culturales. Fue creado, como un contrapunto al Foro Económico Mundial, para dar voz a los movimientos sociales, discutir y luchar contra el neoliberalismo y, sobre todo, contra las desigualdades sociales provocadas por la globalización.
Crédito arquivo Nacional EBC
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